Por Ernesto Traub 
New York Knicks aplastó a Boston Celtics por 119-81 en el Madison Square Garden y selló su pase a la final del Este de la NBA por primera vez desde el año 2000. Con una actuación dominante, cerraron la serie 4-2 ante el vigente campeón y ahora enfrentarán a Indiana Pacers por un lugar en las Finales de la NBA. El equipo dirigido por Tom Thibodeau, con Jalen Brunson como figura, desató la euforia en la Gran Manzana.
El base Jalen Brunson fue una vez más el alma de este equipo: sumó 23 puntos (8/14 en tiros de campo, 3/8 en triples), 6 rebotes y 6 asistencias. A su lado, OG Anunoby se lució en ambos tableros con 23 puntos y 9 rebotes, mientras que Josh Hart logró un triple-doble histórico (10 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias), el primero de un jugador de los Knicks en postemporada desde Walt Frazier en 1972.
Karl-Anthony Towns fue imparable en el arranque (21 puntos y 12 rebotes) y Mikal Bridges aportó 22 con una efectividad letal (4/7 en triples). Un conjunto que funcionó como una máquina aceitada y motivada por un objetivo: volver a estar entre los grandes del Este.
La baja de Jayson Tatum, por una rotura del tendón de Aquiles sufrida en el cuarto juego, fue un golpe devastador para los Celtics. Sin su líder, el equipo de Joe Mazzulla fue una sombra de sí mismo. Al descanso, ya perdía por 27 puntos (64-37), su anotación más baja en toda la temporada en una primera mitad.
Jaylen Brown fue el máximo anotador de Boston con 20 puntos, pero cometió 7 pérdidas de balón y salió por faltas en el tercer cuarto. Derrick White (8 puntos), Jrue Holiday (4) y Kristaps Porzingis (4) estuvieron lejos de su nivel. El equipo cerró con un pobre 29,3 % en triples (12/41) y fue ampliamente superado en rebotes (36 contra 55).
El cruce frente a Indiana Pacers tendrá un fuerte componente emocional. Fue precisamente este equipo el que eliminó a los Knicks en segunda ronda el año pasado, liderado por Tyrese Haliburton. Pero también fue Indiana quien venció a Nueva York en la final del Este del 2000, la última vez que los neoyorquinos llegaron tan lejos.
Ahora, el Garden será el escenario del primer partido de la serie que definirá al campeón del Este. Con ventaja de localía, los Knicks buscarán cobrar revancha y volver a una final de la NBA, instancia a la que no acceden desde 1999, cuando perdieron ante San Antonio Spurs.
El Madison Square Garden fue una olla a presión. La energía fue total desde el salto inicial, cuando la defensa de los Knicks dejó sin anotar a Boston durante los primeros dos minutos y medio. Las celebridades dijeron presente: Bad Bunny y el actor Timothée Chalamet se ubicaron en primera fila para presenciar un espectáculo que combinó entrega, talento y una afición entregada.
El segundo cuarto fue un recital neoyorquino: 38-17 de parcial, cuatro jugadores en doble dígito al entretiempo y una efectividad altísima. Brunson, McBride, Hart, Bridges, Robinson y compañía desataron el carnaval, mientras las gradas rugían como hace décadas no ocurría.
Los Knicks no llegaban a una final del Este desde el año 2000. Sus únicos títulos datan de 1970 y 1973. En las últimas décadas, entre reconstrucciones y decepciones, la ilusión parecía lejana. Pero esta temporada, con un grupo sólido, liderazgo en cancha y una hinchada fervorosa, renace el sueño de toda una ciudad.
Esta clasificación marca algo más que un logro deportivo: representa la recuperación del orgullo de una franquicia mítica y una promesa de que el futuro puede, finalmente, parecerse a su glorioso pasado.
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