La Banda del Dragón ha llevado el sonido de Iquique a todo el continente. Más que una barra, es una manifestación cultural que transforma el fútbol en fiesta, identidad y resistencia.
En un fútbol chileno marcado por sanciones, estadios vacíos y conflictos dirigenciales, hay una excepción que sigue haciendo vibrar a los hinchas y emocionando incluso a quienes no tienen camiseta puesta. Se trata de La Banda del Dragón, la agrupación musical que acompaña a Deportes Iquique y que ha sorprendido a relatores, medios internacionales y fanáticos de todo el continente.
El reciente triunfo de Deportes Iquique ante Atlético Mineiro por la Copa Sudamericana 2025 no solo fue celebrado por el resultado. Durante la transmisión, comentaristas de ESPN quedaron impactados por el sonido envolvente que salía desde la Galería Norte del estadio Tierra de Campeones. “¿Eso suena desde los parlantes?”, preguntaron. No, era la banda. Y no era cualquier banda.
Formada por músicos de distintas agrupaciones de bronce de Tarapacá, esta orquesta popular no solo acompaña, sino que crea atmósferas únicas. Son 43 integrantes que ensayan, componen y se organizan con rigor. Lo suyo no es sólo música dentro de un estadio: es cultura.
La Banda del Dragón también tiene una dimensión educativa. En paralelo a sus presentaciones, sus miembros imparten talleres a niñas y niños de la región, enseñándoles a tocar instrumentos y a vivir la música como una forma de expresión colectiva. Esa labor formativa fortalece el tejido social e instala un legado que trasciende generaciones.
Y en un mes tan simbólico como mayo —cuando Iquique recuerda el Combate Naval y celebra el aniversario de su club—, su presencia cobra aún más sentido. Iquique canta, suena y resiste con el soplo de sus vientos y tambores.
La Banda del Dragón es identidad. Es una forma de estar en la cancha a través de un carnaval. Es cultura, es fútbol, es fiesta.