Colo Colo en caída libre. Lo que debía ser un año de orgullo y festejo por el centenario del club más grande de Chile, se ha transformado en una pesadilla deportiva e institucional. Eliminado de la Copa Libertadores y de la Copa Chile en apenas un mes, el equipo albo además marcha en la undécima posición del torneo nacional con solo 10 puntos. La desconexión entre jugadores, cuerpo técnico y dirigencia ha dejado al club en una de sus peores crisis históricas. El 2025, en vez de celebrarse, se está lamentando.
Lo más indignante no es solo el fracaso en la cancha, sino el contraste con la inversión. Colo Colo lidera el ranking de sueldos del fútbol chileno, con una planilla mensual que supera los 1,5 millones de dólares. Una cifra que prometía grandeza y ha traído bochorno.
Jugadores como:
- Arturo Vidal – $114 millones mensuales
- Claudio Aquino – $83 millones
- Javier Correa – $70 millones
- Brayan Cortés – $60 millones
- Sebastián Vegas – $50 millones
han quedado muy lejos de justificar su salario. El rendimiento colectivo ha sido tan pobre como individual. No hay actitud, ni rebeldía, ni vergüenza deportiva. Mucha plata, poca entrega.
En Colo Colo, portar la jineta no es cualquier detalle. Es un lujo, un honor que conlleva historia, responsabilidad y carácter. Ser capitán del Cacique significa liderar al equipo más importante del país, defender su escudo incluso en la derrota, y ser ejemplo dentro y fuera de la cancha.
Esteban Pavez, hoy capitán, no está a la altura de ese mandato. Tras las bochornosas goleadas por 4-0 ante Fortaleza y 4-0 frente a Racing, brilló por su silencio. No dio la cara ante la prensa, ni mostró liderazgo cuando el barco se hundía. ¿Qué clase de referente se esconde cuando más se necesita? Pavez ha sido superado física y mentalmente, y su nivel futbolístico no lo sostiene como titular, mucho menos como capitán. El brazalete de Colo Colo debe pesar, debe doler y debe inspirar. Hoy, simplemente, se arrastra.
Colo Colo en caída libre no es solo una frase; es un diagnóstico. La defensa es un desconcierto total. Sebastián Vegas llegó con pergaminos desde México, pero ha sido una decepción: errático, inseguro y falto de liderazgo. A su lado, Alan Saldivia se ha visto sobrepasado en cada cruce. Falta un patrón en la defensa que de seguridad.
Por las bandas, Mauricio Isla y Óscar Opazo están muy lejos de su mejor nivel. No suman en ataque, no aportan en defensa. En el medio, el capitán Esteban Pavez, Tomás Alarcón y Victor Felipe Mendez naufragan sin contención ni fútbol. Y en el arco, Brayan Cortés —que gana $60 millones mensuales— sigue cometiendo errores groseros en los momentos clave. Nadie se salva.
Este equipo no juega, no contagia, y lo más grave: no siente la camiseta.
En este contexto crítico, la pregunta se impone: ¿por qué seguir apostando por referentes sin alma cuando hay jóvenes que sí sienten la camiseta? En 2002, en plena quiebra, Colo Colo fue campeón con un plantel repleto de juveniles. Esa generación tenía hambre, orgullo y compromiso.
Hoy, nombres como Manley Clerveaux esperando su oportunidad, mientras el primer equipo sigue tropezando partido tras partido. Javier Correa, el supuesto “9” titular, no marca diferencias que le digan al hincha colocolino que debe ser titular. Para que hablar de Salomón Rodriguez, el fichaje mas caro en la historia del club que ni siquiera juega ni marca goles. Apostar por la cantera no es una opción romántica. Es una obligación urgente.
La eliminación de todas las competencias en plena conmemoración de los 100 años ha sido más que una decepción: ha sido una afrenta a la historia colocolina. La continuidad de Jorge Almirón ya no tiene sustento, pero el problema excede al técnico. Se necesita una reconstrucción profunda, con autocrítica y un cambio de modelo.
Colo Colo en caída libre es hoy una verdad dolorosa, pero necesaria. El club más grande de Chile no puede seguir siendo rehén de contratos millonarios sin compromiso, ni de referentes sin liderazgo. Volver a las raíces no es mirar al pasado con nostalgia: es la única manera de evitar que el futuro sea aún más oscuro.